A veces me pregunto si vale la pena el esfuerzo que le dedico a esta tarea cada día. Estoy cerca de un hora visitando blogs y comentando; yo que en principio me opongo a depender de la tecnología, sin embargo estoy enganchada también a esto. Pero me digo a mí misma que lo mío es una labor social, en el sentido de que estoy dando voz a una mayoría de españoles que ya no se atreven a opinar. Se podría decir que es un minoría mayoritaria, aunque suene a contradictorio, y es que realmente lo es. Resulta absurdo pensar que tengo que estar defendiendo lo que opina mucha gente pero no lo dicen por que está mal visto, porque nuestra sociedad le ha vuelto la espalda al sentido común.
Extraña época que nos ha tocado vivir, donde las conversaciones privadas no tienen nada que ver con las públicas. Donde te pueden enjuiciar por tener una opinión diferente a la que se ha impuesto desde un sector de la sociedad. Extraño momento en que el silencio de la mayoría ha permitido que se aprobaran leyes con las que no estaban de acuerdo y, aún así, prefieren seguir callados antes que hacerse notar. Una época de la humanidad en que la gente se refugia en lugares como éste, en internet, en la música, en los juegos y otros aparatos electrónicos o entretenimientos, para no tener que pensar en lo que ocurre, en lo que realmente desean o en la clase de sociedad donde les gustaría vivir en el futuro; y sobretodo, para no tener que opinar en persona.