He estado intentando apuntarme en una actividad de mi Ayuntamiento. Resulta que el mostrador de información no tenía a nadie durante las vacaciones escolares (tres semanas). Vuelto después y, qué casualidad, la empleada se ha puesto enferma del martes al jueves incluídos. Regreso el viernes y por la tarde tampoco trabaja. Total, que sospecho que la susodicha se ha pillado un mes de vacaciones, con la complicidad de sus compañeros de trabajo, pero, claro, no puedo probarlo. Y mientras, casi cinco millones de personas están en el paro en España, algunos sin derecho ya a prestación, mientras otros se aprovechan del contribuyente trabajando el mínimo posible. Y si está enferma de verdad, que le pongan un suplente. Será por funcionarios...
No digo que todos los funcionarios sean así, pero los que yo conozco, entre días Moscoso y bajas por enfermedad se pillan el doble de vacaciones que cualquier persona en la empresa privada. Entran tarde, salen pronto, se van a desayunar una hora y luego se quejan de que cobran poco al mes. La mayoría ganan exactamente el dinero que corresponde al trabajo que hacen. Otros pocos desafortunados (como ocurre en todas partes) son los que trabajan más horas de la cuenta y sin parar y cobran lo mismo. Siempre tiene que haber excepciones. Pero esta injusticia se solucionaría simplemente con que hubiera inspectores o algún tipo de control en la administración del estado sobre los empleados públicos, como ocurre en otros países.