El tiempo pasa y cuando vas a darte cuenta tu cuerpo ya no es el mismo de antes, pero tú sigues sintiéndote la misma persona. Es duro aceptar que ya no puedes hacer, o comer las mismas cosas; que ya no duermes tantas horas ni aguantas tanto tiempo en pie. Aceptar los primeros signos de la edad es una de las situaciones más duras por las que se tiene que pasar, pero como dicen, la alternativa es peor: es estar muerto. Es como una presentación que recibí el otro día con mucho mensaje. Decía: si te quejas de ir al trabajo, piensa que muchos querrían estar en tu lugar. Si te quejas de empacho, piensa que otros no han comido. Si te cansan tus hijos, acuérdate de que otros no los tienen...
Realmente es importante apreciar lo que se tiene en la vida, aunque absolutamente todo cuente con un lado negativo, porque no hay rosas sin espinas. Así la edad nos quita cosas pero nos da otras en su lugar, si sabemos apreciarlas. Sin embargo, teniendo una salud razonablemente buena, la crisis de la madurez debería ser un aliciente para dedicarse a esos temas para los que no tenías tiempo o medios en su momento: un hobby, un estudio u otra actividad. También es un momento para dedicarse más a las personas que te importan, ya sean familiares o amigos. Lo ideal es llegar a la tercera edad con unos nietos que den un nuevo aliciente a la vida. Sin embargo, hoy en día muchos ya no tienen ese consuelo.