Hace poco he recibido un correo muy bonito donde me decían: Dios está contigo. Se agradecen mucho estas muestras de apoyo. Hace años, alguien me dijo que yo era un espíritu puro. Fue el mismo que, poco después, me obligó a cerrar los comentarios por una polémica sobre el Papa. No sé cómo decirlo sin que suele a soberbia o a locura, pero es cierto. Siempre he sido una persona diferente. Ya de niña sentía cosas especiales. Mi capacidad de amar, creo que es algo mayor de lo normal. Eso no significa que no tenga malos pensamientos, pero me duelen a mí más que a nadie. Por eso, sufro también más de lo normal, por mí, por mis seres queridos y por el mundo en general. Sin embargo, creo que me compensa, porque también tengo una serenidad de espíritu superior a la media, algo que se transmite incluso en lo que escribo. De ahí que tantas personas me sigan a diario desde hace años.
Cuando voy a la iglesia, me siento como en mi casa. Si no puedo ir, rezo habitualmente cada vez que tengo un rato libre. No lo hago por obligación. Me sale natural. Puedo asegurar que, ni mis padres ni mi familia me han transmitido nada de esto. De hecho, sólo mis padres siguen yendo a misa, pero nunca han sido de quedarse en la iglesia más de lo imprescindible. Como ya dije una vez, yo no soy del Opus, ni de ninguna otra organización religiosa. Me gusta ir por libre y que nadie me diga lo que tengo que hacer. Pero mi religiosidad es algo que ha ido creciendo con los años de modo natural, acompañado de sensaciones difíciles de explicar. Así que, a veces, siento que sí tengo algo especial y que internet es precisamente mi modo de darlo a conocer a todos. Espero no haberos parecido demasiado rara.