Hay veces en que me han dicho que yo no tenía derecho a opinar sobre un tema determinado por no tener experiencia propia. Quiero dejar claro que yo no estoy en un convento de clausura ni pertenezco a la Guardia Civil - que no puede opinar. El hecho de ser una mujer casada, ama de casa, no implica que no tenga conocimientos y capacidad mental para opinar sobre situaciones que yo no he experimentado. Después del derecho a la vida, lo principal que existe es la libertad de expresión. No hace falta estar en la guerra para saber lo que ocurre allí; del mismo modo, no es necesario divorciarse para imaginar el sufrimiento que ello supone. Todos tenemos opiniones sobre temas que conocemos por terceros y eso no significa que no puedan estar bien fundamentadas.
El peor desprecio que se puede hacer a una persona es precisamente ignorarlo o negarle la capacidad de discernimiento. Algunas Ongs. incluso, caen en ese error cuando van a ayudar a gente del tercer mundo sin conocer realmente sus necesidades y su opinión al respecto. A menudo, es la gente más humilde y sencilla la que tiene más que enseñar a los demás en materia de sentido común y de saber manejar su vida y sus emociones. No hace falta un master en sociología para distinguir los errores que son tan comunes en nuestra sociedad, y cuya presencia ya salta a la vista. Pero, siempre habrá quien quiera incluso privarte de la capacidad de pensar libremente.