El hombre piensa que es más libre porque se ha liberado de Dios. No más mandamientos, no más normas morales, fidelidad, austeridad o recato. Pero ahora es más esclavo que antes, ya que ha sustituído a Dios por las cosas. Objetos, rutinas o actitudes que no puede dejar de lado. Adictos a las emociones; sólo son capaces de vivir en el presente. El resultado a largo plazo es el vacío existencial, porque ni la tele, ni el futbol, el ordenador, el trabajo, los amigos o los ligues están contigo siempre. Lo que se consigue con facilidad conduce al hastío; y cada vez se necesita más estímulo para lograr la misma satisfacción. Más dinero, más poder, más éxito; igual que cualquier drogadicto.
Los nuevos dioses son aquellas cosas que dominan nuestra vida sin que apenas nos percatemos. Es lo que sucede cuando tenemos una pérdida económica, el ordenador se avería o nos falla el plan de la noche. Nuestro mundo se viene abajo al caer los ídolos en los que se sustenta. La verdadera Fe es fuente de vida y de felicidad, con independencia de todas las circunstancias materiales. Por eso, han existido incluso ascetas que han renunciado a todo por Dios. Porque el amor divino y, por tanto, el amor al prójimo, es alimento suficiente para nuestro espíritu y, además es un pan que "el que come de este pan vivirá para siempre". Lo único que sacia realmente nuestra vida es el amor.