Hay quien no me entiende cuando digo que, a veces, lo mejorque te puede ocurrir es algo malo. Cuando todo va bien, tendemos a olvidar las cosas que son realmente importantes. Cuando fallan el dinero o la salud, nos damos cuenta de quién está realmente a nuestro lado. Es muy fácil ser popular si cuentas con todos los medios a tu alcance, si eres agraciado o tienes éxito. Cuando la suerte te da la espalda, sólo quedan a tu lado aquellos a quienes realmente les importas. En ese sentido, yo me he llevado muchas decepciones y también algunas sorpresas agradables que no me esperaba. Se aprende mucho de unas y de otras. Por eso creo que las desgracias forman parte de la escuela de la vida.
Ya sé que está mal desearle cosas desagradables a otras personas, pero, como digo, para mí a veces son una bendición. Cuántas familias sólamente se han vuelto a reunir cuando había problemas... Cuántos amigos han demostrado su valía en las dificultades. La verdad es que yo repito mucho aquello de "ya aprenderá cuando le vengan mal dadas"; y me suena algo malvado y no puedo evitar sentirme culpable por ello; pero creo que algunas personas sólo aprenden por ese método. Así que, a veces pienso que deberíamos dar gracias, no sólo por la suerte que podamos tener en la vida, sino a veces también por los contratiempos - siempre que no sean demasiado graves.