"Parece un buen chico, ¿por qué va vestido de ganster?" Es una frase de la serie Entre fantasmas, cuando un hombre muerto en los años treinta conoce por fin a su nieto. Éste es un chico que sigue la moda suburbana actual, más por no destacar que por puro convencimiento. De hecho, es un buen estudiante y una buena persona, pero le da vergüenza dar esa imagen entre sus amigos. Así que, su abuelo, lógicamente, lo identifica con un delincuente juvenil; ya que es ese look precisamente el que se lleva ahora, además entre todas las clases sociales. Pantalones caídos, raídos, ropa sucia, camisetas gastadas; todo con tal de que no puedan considerarte un pijo, lo cual, al parecer, es el peor pecado que existe. Pero, el caso es que, incluso los pijos, han adaptado ese estilo a base de ropa estropeada a propósito que no sale por menos de doscientos euros la pieza.
Y tengo que reconocer que yo también tengo en casa uno de esos especímenes: camisetas ala de cuervo, por supuesto siempre por fuera, pantalones caídos y las mismas deportivas para todos los días del año - verano e invierno -. Eso sí, se ducha y no lleva tatuajes, piercings ni melenas; con lo cual ya me puedo dar por satisfecha tal como está el percal. Pero es una pena ver a un chico joven tan descuidado. En estos meses he descubierto que el típico pantalon vaquero de toda la vida (el que llevan los obreros), es un pantalón pijo. También cualquier prenda que no sea de un color lo bastante oscuro para parecer sucia. Así mismo, están prohibidos los calcetines que alcancen el tobillo y no digamos los zapatos - elemento represor por naturaleza. Creo que en algunas multinacionales les dejan ir a trabajar con esas pintas; así que confío en que quede algún puesto libre aún para cuando le toque a mi hijo.