España es un país extraño. Resulta que, en teoría, el sindicato del Psoe va a encabezar una huelga contra la política económica del Psoe, acompañado de sus comparsas: el sindicato del partido que vota siempre junto al Psoe. Ya me imagino que las consignas irán todas contra la patronal, la banca, los ricos y la Iglesia - por si acaso-. También contra los poderes fácticos que conspiran internacionalmente contra España para que no levantemos cabeza. Un paripé más, en una palabra, para intentar convencernos de que los sindicatos defienden a los trabajadores. Cuando lo cierto es que en España están subvencionados por el gobierno de turno, y sólo defienden sus lentejas, sus privilegios y que las cosas sigan como hasta ahora. Si el país va a la quiebra, a ellos les da igual porque tienen sus sueldos asegurados.
Otros así son los funcionarios. Salvo honrosas excepciones, no cumplen la jornada de siete horas, sino más bien cinco. No tienen un mes de vacaciones, sino mes y medio mínimo. Disfrutan de sanidad privada al mismo precio que la pública. Y tienen trabajo de por vida. Naturalmente, cobran menos que en la empresa privada, pero es porque también trabajan menos generalmente. Buena parte de la culpa del déficit público la tiene el exceso de funcionarios. Puestos innecesarios y redundantes creados para maquillar el paro. Siendo así, resulta lógico que sean los primeros en contribuir a disminuir el gasto público. No dudo de que habrá numerosas excepciones que confirman la regla, pero, sin el esfuerzo de todos, es imposible reflotar la economía. En todo caso, la culpa es sin duda de los administradores (Psoe) que han estado despilfarrando el dinero en gastos inútiles. Contra ellos debería ir realmente la huelga y no contra sus víctimas.