El feminismo actual ya no trata de asegurar los derechos de las mujeres, ya que éstos están garantizados por ley. Así que, conseguida la igualdad legal, ahora pretenden conseguir la supremacía social. Para ello, no dudan en atacar a los hombres desde todos los flancos. En el trabajo, mediante la discriminación positiva. En la familia, con los litigios de custodia. Y en la sociedad en general, ridiculizando su imagen pública. Este año he visto en la playa muchos hombres depilados. Supongo que es una gran victoria para aquellas mujeres amargadas por el dolor de la depilación que desearían, incluso, que los hombres menstruaran si ello fuera posible. No tienen en cuenta que ellos ya se afeitan a diario o bien se arreglan la barba. De todos modos, quien se dejan manipular de esta manera, tampoco merece que nadie le defienda.
Pero la campaña triunfa en todos los ámbitos; tanto en las películas, como en televisión, libros y, especialmente, en la publicidad. Se presenta al varón, o bien como un bruto, o como un patoso, sin personalidad ni carácter. Al mismo tiempo, sin embargo, se ensalza la figura del hombre físicamente perfecto - con abdomen musculado y demás; contribuyendo así a un cosificación de los hombres similar a la que tanto criticaban las feministas. Frente a ello, los hombres más atractivos siguen siendo aquellos que triunfan y saben defender su posición en la familia y en la sociedad. Como no abundan, esas mismas mujeres que disfrutan calumniando al género masculino, son las que luego se derriten por el actor que hace de duro en la ficción, o el deportista de moda. Demostrando así que sus teorías metrosexuales no les convencen ni a ellas mismas.