"Tengo mis dudas sobre si fumar será, como en tiempos ya muy lejanos nos susurrara Sara Montiel, “un placer genial, sensual”. Pero de lo que no me cabe duda es de que en nuestro país fumar constituye una actividad perfectamente lícita, por más que su ejercicio se encuentre limitado por normas que regulan a partir de qué edad y en qué lugares es posible hacerlo, y pesar de que estén sobradamente demostrados tanto los perjuicios que fumar genera para la salud de quienes lo hacen y de quienes se encuentran alrededor de ellos, como los que éstos causan a su vez al erario público.
Salvando las distancias –que en mi opinión son infinitas, pero que para quienes nos gobiernan no parecen ser tantas– con el tabaco sucederá lo mismo que con el aborto, que tras la entrada en vigor de la nueva Ley de Salud Sexual y Reproductiva –¡menudo cinismo!– ha pasado de ser un delito excusable solo en determinadas circunstancias –tan claramente determinadas por la ley, como laxamente interpretadas por la administración– a convertirse en una actividad perfectamente lícita, apenas limitada en su ejercicio por algunas normas de procedimiento cuya infracción no es susceptible de generar sino amistoso tironcito de orejas.
Y es que a partir de la entrada en vigor de la nueva Ley la principal diferencia entre echarse un pitillo y hacerse practicar un aborto será una sola. Me refiero al hecho de que mientras que la cajetilla de tabaco se la seguirá pagando cada uno de su bolsillo, la práctica del aborto habrá de estar no solo garantizada sino también costeada por la sanidad pública, que pagamos entre todos.
Aunque bien mirado, quizás sea posible detectar alguna otra diferencia en la valoración moral de los dirigentes del Partido Socialista entre fumarse un puro y poner fin a la vida de un embrión. No de otra manera se explica que el mismo Gobierno que desde hace años nos ha venido informando con todo lujo de detalles –incluso gráficos– de que fumar provoca cáncer, propicia la impotencia, pone los dientes amarillos, y causa mal aliento, ahora se escandalice porque el Gobierno valenciano pretenda enseñarles a las mujeres que deseen abortar imágenes tan claras como la ciencia nos permite tener de qué es exactamente eso que llevan en el vientre y de cuáles serían para esa criatura las consecuencias de su decisión.
Curiosa moral la de estos dirigentes, para los cuales mostrar a quienes vayan a adquirir una cajetilla de tabaco las imágenes de unos pulmones ennegrecidos por el humo entraña un ejercicio de responsabilidad, pero mostrar a quien vaya a abortar la imagen de un feto despedazado constituye una intolerable coacción.
Curiosa moral, en fin, la de quienes, no contentos con haber despenalizado el aborto hace ahora dos décadas y media, ni satisfechos tampoco con su conversión –si el Constitucional no tiene el valor de remediarlo– en un derecho exigible, parecen haberse impuesto como próxima meta su más completa trivialización. Quien sabe, si hasta convertirlo en un placer genial, sensual".
Nota: este artículo también ha sido publicado en ABC, el 24.07.2010. La guerra por mi cuenta. http://cfloresj.blogs.uv.es
blogs.hazteoir.org/opinion/2010/07/29/¿asustando-al-personal-en-3d-por-carlos-flores/