Por suerte o por desgracia, la televisión es un reflejo de la sociedad en que vivimos y, especialmente el mundo de la publicidad. A pesar del Ministerio de igualdad, educación para la ciudadanía, etc., basta ver un rato la tele para comprobar que hombres y mujeres seguimos teniendo gustos diferentes. Ya que las productoras han intentado sacar productos aptos para todos los públicos, resulta que hay un sector importante de la población que no se veía representado. Existen canales para mujeres, pero no había para hombres. Ahora acaban de anunciar el primero. Es lo que ocurre cuando intentas luchar contra el sentido común y descartar lo evidente; que la realidad se acaba imponiendo antes o después.
Los anuncios, sin embargo, se rigen por la ley del mercado y, por esa razón, siguen siendo muy sexistas para mi gusto. Sin embargo, nadie se queja de que a las mujeres se les imponga la obligación de mantenerse atractivas a toda costa y a los hombres la de ser depredadores sexuales. Los anuncios dirigidos a las mujeres pretenden, al mismo tiempo, contentar a aquellas que reclaman un papel dominante en la familia; de modo que suelen presentar a los hombres como unos incapaces en cuestiones hogareñas. Los dirigidos a hombres siguen primando la idea de poder ligado a la riqueza y el éxito social. Total, que la televisión refleja el caos psicológico que sufre nuestra sociedad, dividida entre los instintos naturales y las normas de lo políticamente correcto.