La decadencia les llegó a los egipcios por su megalomanía. A los griegos con su afición a la pedofilia. A los romanos, cuando se entregaron a las orgías y el asesinato político. También nuestra civilización se encuentra en plena decadencia, según atestiguan todos los vicios anteriores y algunos más de nuevo cuño. Un ejemplo perfecto viene a ser eso que llaman balconing: jóvenes borrachos y drogados tirándose desde la terraza de su habitación a una supuesta piscina. Al menos en cinco casos, esa aventura ha acabado con la muerte del saltador y, sin embargo, se siguen produciendo estos hechos. No es extraño, viendo el nivel de degradación moral que ha alcanzado el turismo en algunas zonas de España; convirtiéndose en el estercolero de Europa.
El otro día pude ver avergonzada en televisión un reportaje sobre lo que supone hacer el camino de Santiago para muchos jóvenes. Para eso, más valdría que lo cancelaran definitivamente. Si el Apostol levantara la cabeza se sentiría horrorizado. Ni sentimiento religioso, ni tan siquiera búsqueda del conocimiento de sí mismo; el camino de Santiago sólo es una excusa más para muchos para el desenfreno sin límites. En cuanto a las Islas Baleares, salvo honrosas excepciones, se han convertido en verano en una moderna Sodoma y Gomorra, donde el único objetivo consis te en saciar todos los instintos primarios como animales. El balconing sólo es la punta del iceberg de graves problemas de alcoholismo, drogadicción, enfermedades venéreas, y, por supuesto, embarazos no deseados. Todo ello, en honor a Baco, Dionisos, Isis o como quieran llamarle ahora.