Es el número ideal que debería haber por casa. Aún así, resulta difícil controlar lo que ven nuestros hijos y lo que hacen en internet. Recuerdo que, hace años, leí que en EE.UU. tenían un televisor por miembro de la familia y pensé: "Qué barbaridad. Están locos". Como suele ocurrir, ahora es también normal en nuestro país; y un ordenador portátil también para cada uno, desde los cinco años. Aparte del derroche energético que eso supone, estamos poniendo en manos inmaduras dos importantes fuentes de información. Bien utilizadas, resulta muy útiles, pero los niños no están preparados para distinguir lo positivo de lo negativo, lo divertido de lo peligroso. Necesitan un control continuo por parte de sus padres.
En otro orden de cosas, además, un televisor y un ordenador por persona, suponen que cada uno se sitúe en una habitación diferente de la casa y desaparezca la comunicación. De poco sirve tener cientos de "amigos" en las redes sociales si no te relacionas con tu propia familia. Ver juntos un programa de televisión también aporta temas comunes de conversación. Sin embargo, -como estoy confesando esta semana-, la verdad es que yo he seguido la consigna a rajatabla, y tampoco me ha servido de mucho. He controlado todo lo que veían mis hijos en televisión. Lo hemos visto juntos la mayoría de las veces. Tampoco he admitido más ordenadores en la casa y, aún así, hemos tenido problemas con internet. Total, que una cosa es la receta y otra el resultado.