El otro día en la iglesia, el sacerdote hablaba de las personas que colaboran con la parroquia, como son los lectores de la misa, los catequistas y los que ayudan en las labores sociales. Decía que su labor es tan importante como la del cura, porque sin ellos no podría funcionar la iglesia. Son voluntarios, sin sueldo, que dedican mucho tiempo y esfuerzo a tareas por las que no reciben reconocimiento alguno. Decía que debería haber más gente como ellos. No puedes considerarte cristiano y vivir al margen de la Iglesia, dejando que otros hagan el trabajo duro y acudiendo sólo a celebrar acontecimientos familiares. Estoy de acuerdo pero, en mi caso, no sirvo para lectora o catequista y no tengo tiempo o energía para otras labores.
Sin embargo, en cierto modo, considero este blog como una catequesis virtual, con muchos defectos, porque yo no estoy preparada para algo así. Escribo de temas diversos, pero procuro hacerlo desde una óptica católica y, sobretodo, no dejo de incluir periódicamente la lucha contra el aborto, que es uno de mis principales objetivos. No sé si mis escritos han ayudado a la gente a reconciliarse de algún modo con sus raíces cristianas. Quiero pensar que, al menos, les han ayudado a conocer otro punto de vista. El caso es que, de vez en cuando, me dan ganas de dejar de escribir, pero entonces pienso que existe un grupo estable de personas que me siguen y, si puedo poner este granito de arena -aunque sea insignificante- no debo dejar de hacerlo.