Periodismo es una carrera que no recomiendo a mis hijos. Porque ahora resulta que, al trabajar de periodista en televisión, puedes verte obligado a besar en los labios a cualquiera que apenas conozcas. Yo, que soy de mentalidad alemana, ni siquiera soy partidaria de dar dos besos en la mejilla para saludar a un desconocido. Me parece que los besos son una muestra de afecto que debería estar reservada a tus seres queridos. Cuanto más los besos en la boca, que ahora parece que se reparten con naturalidad como si fuera un apretón de manos. Aunque, como dice mi marido, lo de dar la mano a un hombre tampoco es muy recomendable, si no sabes si se las lava después de ir al servicio.
Pero lavarse la boca es todavía más complicado. Dentro de la cavidad bucal residen habitualmente varios miles de microbios, inofensivos en principio para la persona que los cobija; lo cual no quiere decir que lo sean para el resto. Además está el tema de la higiene dental, y que la gente no suele lavarse los dientes a mediodía. Con lo cual, dentro de la boca puede encontrarse de todo, si nos paramos a analizarlo. Ya es bastante compartir eso con tu pareja habitual, con los riesgos que supone, para además tener que estar arriesgando tu salud con personas ajenas a tu vida. Hace tiempo escribí sobre la proliferación del herpes labial y otras infecciones, y alguien me contestó que, en su caso, lo tenía desde niño. De acuerdo, pero la mayoría se cogen por contagio, por esa costumbre absurda del besuqueo social.