En otras palabras: la selección española de futbol. Lo que ocurre es que la palabra España a algunos les produce urticaria; lo mismo que nos sucede a otros muchos respecto de la palabra rojo. Ha sido todo un gol de los responsables políticos conseguir que la gente aceptara una consigna tan simple y, al mismo tiempo, tan retorcida. Así, si ganan se identifican sus éxitos con la izquierda, pero si pierde vuelve a ser la selección nacional. En todo caso, la decadencia de nuestro país no puede estar más clara, cuando nada nos moviliza tanto como el futbol. Ni siquiera los funcionarios quieren hacer huelga para defender sus salarios -aunque no me extraña que no se fíen de los sindacalistas. Pero, cuando se trata del deporte rey, entonces sí que valen los himnos y las banderas, en una exhibición de patrioterismo bastante vergonzosa.
España se va a pique sin remedio, según los organismos económicos internacionales, pero no importa porque tenemos el mundial de futbol. La gente ya no necesita hablar; basta con encender la televisión, y la crisis, el paro y el déficit se diluyen milagrosamente ante nuestros ojos. Quién necesita estabilidad o simple esperanza en el futuro, cuando puede perderse en un campo de juego y olvidarse de todo, hasta de su propio nombre. Los españoles siempre hemos sido así de simples. Pero, últimamente, como todo, este fenómeno está tomando unas dimensiones preocupantes. El gobierno no responde, la oposición está en paradero desconocido,cualquier día nos van a enviar al cobrador del frac internacional...; pero, lejos de avergonzarnos, estamos orgullosos; porque la roja va a hacer un gran papel en el mundial. O eso esperamos.