Viajando por Europa, lo normal es que a las seis de la tarde no haya gente en la calle, porque están en casa cenando. Tal vez eso sea demasiado pronto para un clima como el de España, pero existe el término medio. A mí me da lástima cuando salgo un sábado por la mañana y están las calles desiertas porque están todo el mundo durmiendo todavía. Me parece un desperdicio de día, un desperdicio de vida. Por la mañana es cuando está uno en mejores condiciones para pasear, estudiar, tomar el aire o hacer algún trabajo. No es porque lo diga yo; es que lo dicen los ritmos circadianos de nuestro organismo. Lo natural es levantarse con la luz del sol y retirarse cuando anochece. Eso es lo sano para nuestro cuerpo y también para nuestra mente.
Ahora dicen que los adolescentes tienen mal carácter porque no duermen lo suficiente. Como aforismo, me parece un poco absurdo, pero sí es cierto que la mayoría de ellos no descansan bien y eso afecta a su actitud. Durante la mañana no se concentran, y pierden horas de sueño con los ordenadores y las videoconsolas. Las redes sociales también tienen mucha culpa de eso. A mí, personalmente, me gusta aprovechar las mañanas, dormir una siesta corta el fin de semana y acostarme no más tarde de las doce. De ese modo, me encuentro mejor. Cuando, en vacaciones, acabo levantándome y acostándome más tarde, es habitual que tenga dolores de cabeza y me cueste más hacer las labores cotidianas. Va siendo hora de que nos europeicemos; no por razones políticas, sino de simple sentido común y salud.