Ver un película conmigo en casa es un poco incómodo. Más que nada porque suelo adivinar la trama y los desenlaces. No es extraño cuando ya se han visto tantas otras parecidas. El problema es que me pasa igual con todo. Me imagino el pasado y el futuro de la gente y suelo acertar bastante. De manera que, la vida no hace más que confirmar lo que espero de cada persona, aunque, afortunadamente, de vez en cuando me da sorpresas; porque mis vaticinios no suelen ser muy positivos.
Cuando voy a misa por la mañana, está llena la iglesia de gente ya mayor. Entonces me imagino que, no hace tanto tiempo, ellos también eran adolescentes con acné abriéndose camino en la vida, descubriendo el mundo, haciendo sus elecciones. Más tarde, eran padres jóvenes preocupados por sus niños aprendiendo sobre la marcha a llevar una familia. Y ahora, muchos son abuelos, sabios por la experiencia que les ha dado la vida, apurando sus últimos años con resignación y esperanza. Espero llegar a ser algún día como ellos.