Este post no es nuevo. Lo publiqué hace tres años, pero sigue de actualidad. Voy a republicar algunos post que ya no están en internet, ya que borré ese blog y quiero recuperarlos. Además, no me siento muy inspirada en estos días. Allá por el siglo dieciocho la moda era hablar francés y todo lo que venía de Francia, asi que los que querían parecer modernos se pasaban con el tema y la gente normal les llamaba afrancesados. Era una burla y estaba bien que se burlaran. Sin embargo ahora no vamos por ahí llamando a la gente ainglesados, y deberíamos.
Cuando un país desprecia su propia lengua, está dejando de lado su cultura y su historia. A mí me preocupa un montón que nuestros políticos de todos los partidos anden haciendo carreras sobre quien hace más colegios bilingües, como si no hubiera nada más importante en que gastarse el dinero de todos.
Que conste que yo soy la primera amante de aprender idiomas y de hecho he estudiado cuatro: inglés, francés, alemán y árabe. Precisamente por eso le doy al tema la importancia que tiene y no más. Porque es interesante hablar inglés, pero es mucho más importante para los escolares conocer su propia lengua y dominar las matemáticas, por ejemplo, que es lo que realmente van a utilizar seguro a lo largo de su vida. No se puede pedir a los niños que sean un depósito sin fondo de conocimientos, porque también tienen derecho a vivir la vida y divertirse con sus amigos.
Está demostrado que aquellos colegios que dedican demasiadas horas al día al inglés descuidan las otras asignaturas. Por otra parte, por mucho inglés que consigan aprender los niños, se les va a olvidar la mitad. ¿O es que vosotros recordáis todo lo aprendido de niños?. La memoria infantil es limitada, y mejor así.
Yo conozco gente que dominaba un idioma de joven y ya no se acuerda de nada. Y entonces diréis que hay que practicar...
Pero no es tan fácil, no te puedes pasar el día viajando, y en la mayoría de las oficinas no se necesitan idiomas para nada, eso lo sé por experiencia. Te lo piden sólo por pedir. Así que dejemos a nuestros niños con el colegio normal, que ya tienen bastante. Y aún sin complicarse la vida, uno de cada tres no consigue el título de Eso.