Por una vez en tu vida, sé un hombre. Me llama la atención que se siga diciendo esto hoy en día. Al fin y al cabo, hace tiempo que se ha perdido completamente la moción tradicional de lo que debe ser un hombre, en oposición a una mujer; ahora que se supone que somos todos iguales. ¿Qué significa ser un hombre? Teóricamente ser fuerte y valiente; es decir, no echarse atrás y afrontar las consecuencias de tus actos. Ser un hombre es, o era, dar la cara en cualquier situación, luchar por lo que quieres,sobreponerse a los problemas y las desgracias. En otras palabras, suponía ser el soporte de su familia en momentos de dificultad, apoyarlos y defenderlos, y no dejarse avasallar ni permitir que abusen de los tuyos. Como se ve, está pasado de moda.
Con el cambio de mentalidad, ahora resultaría que ser un hombre significa ser sensible, comprensivo y estar siempre dispuesto a ayudar; supone aceptar que tu pareja salga con otros amigos, que tenga sus propios hobbies y no compartir más que la casa. Ser un hombre se parece hoy más bien al concepto que siempre se ha tenido de un homosexual. Así no es de extrañar que la combinación no funcione. No se pueden exigir conceptos o aptitudes opuestas a una misma persona. No se le puede programar para que sea firme o tolerante, fuerte o sensible, según interese a la ocasión. La próxima vez que alguna piense: me gustaría que se comportara como un hombre; espero que esté dispuesta después a aceptarlo como es en su totalidad. No se puede pedir imposibles.