Me recuerda a mi post "esclavos de la moda".
"Ni contratos basura ni paro estratosférico. A los sindicatos británicos lo que les preocupa son los tacones. No es que se hayan vuelto frívolos de repente, es que una cosa es martirizarse por placer y otra, por contrato. Azafatas de avión, empleadas de grandes almacenes o ejecutivas reciben la “amable” sugerencia por parte de sus empresas para subirse a las alturas. ¿El resultado? Pues, según la Sociedad de Quiroprácticos y Podólogos británicos, en su país se pierden cada año dos millones de jornadas laborales a causa de dolencias en pies y tobillos.
Por lo tanto, nunca fue tan verdad que para presumir hay que sufrir. Y casi todas lo aceptamos sin discusión. Cambiamos el dolor de pies por la deliciosa sensación de vernos más altas y estilizadas, aunque la tiranía de la moda pueda llevarnos al hospital o a pedirnos la baja. Lo más común son traumatismos de todo tipo al caer de las altas plataformas de un par de zapatos. O contracturas de espalda, retorcida sin compasión por el peso de bolsos en los que cabría una cubertería completa, sopera incluida. Si tiene acidez después de comer, desabróchese ese cinturón ancho y apretadísimo que está tan de moda, favorece el reflujo gástrico. Pero hay más. Y peor.
Los vaqueros muy ceñidos pueden provocar meralgia parestésica, un adormecimiento de los nervios de los muslos, pero también infecciones vaginales: humedad y estrechez son caldo de cultivo para los hongos. Los famosos leggins, además de eso, dificultan la circulación y aumentan el riesgo de padecer en un futuro varices. Los tangas, el de sufrir cistitis, ya que actúan de tobogán para las bacterias. Y cuidado con no llevar la talla y la copa exacta de sujetador, como les sucede a ¡siete de cada 10 mujeres! Por su culpa podemos pasarlo mal, desde dolor de hombros y espalda hasta molestas mastitis si el modelo incluye los aros que realzan el busto. De hecho, en nuestro país, tres de cada 10 consultas que se solicitan por dolor mamario son debidas a un mal sujetador.
Lo último son lentillas que cambian el color de ojos. Deben venderlas oftalmólogos, pero por internet se compran como si fueran pintalabios. En Estados Unidos las infecciones bacterianas por su mal uso ya han obligado a trasplantar algunas córneas". Carme Chaparro. Publicado en Hoy mujer el 16 de octubre.