Muchas gracias a todos los que estuvieron en la manifestación.
¿Quién son ahora los modernos y quién los anticuados? La humanidad fue evolucionando desde las cavernas cuando aprendió a cuidar de sus enfermos, ancianos y niños. Ahora nos dicen que tenemos que volver atrás en el tiempo y que sólo los fuertes y sanos, y aquellos que no nos estorben, tienen derecho a la vida.
"(...) Pero quien camina, inevitablemente, se topa con bifurcaciones y encrucijadas; y, con frecuencia, toma el sendero equivocado. El retrógrado, entonces, decide reconocerlo y desandar el camino; pero nuestra época, engolosinada en su progresismo desnortado, en lugar de reconocer que se ha equivocado de camino, sigue hacia delante. Los promotores de la reforma del aborto aducen que la ley vigente se ha convertido en un ‘coladero’; y para evitar que la gente se siga ‘colando’, establecen un sedicente ‘derecho al aborto’. A esto nuestra muy progresista época lo llama ‘avanzar’; y sólo los retrógrados osan dar un paso atrás.
Entre esos retrógrados se contaba, por ejemplo, el cineasta Pier Paolo Pasolini, a quien no me atreveré a calificar como prototipo de meapilas, que en un memorable artículo publicado en el Corriere della Sera, proclamaba: «Soy contrario a la legalización del aborto porque la considero una legalización del homicidio. Que la vida humana sea sagrada es obvio: es un principio anterior y más fuerte que cualquier principio de la democracia». A conclusiones semejantes llegaba el filósofo del Derecho Norberto Bobbio, cuya adscripción ideológica al socialismo era notoria: «Hay tres derechos en liza. El primero, el del concebido, es fundamental. Los otros dos, el de la mujer y el de la sociedad, son derivados. Además, y esto es el punto central, el derecho de la mujer y el de la sociedad, que son de ordinario esgrimidos para justificar el aborto, pueden ser satisfechos sin recurrir al aborto, es decir, evitando la concepción. Una vez ocurrida la concepción, el derecho del concebido sólo puede ser satisfecho dejándolo nacer. (...) Me sorprende que los laicos dejen a los creyentes el honor de afirmar que no se debe matar».
Pero Pasolini y Bobbio eran, sin duda, unos retrógrados de tomo y lomo, según los códigos lingüísticos empleados por la vicepresidenta Fernández de la Vega. A ellos, como a aquellos patricios insensatos que un día empezaron a manumitir esclavos, les corresponde el honor de retroceder hacia la cordura, que es la máxima expresión de valentía, en una época que avanza, engolosinada en su progresismo desnortado, hacia la locura. Pues locos son quienes, no contentos con extraviar el camino, deciden extraviar también el mapa."
Juan Manuel de Prada