Sigo metiéndome en berenjenales. Por ejemplo, la gente que dice "yo es que soy pacifista y estoy en contra de los ejércitos". Más pacifista que yo es difícil, pero nunca se me ocurriría eliminar las fuerzas armadas. Cuando dicen en televisión que hay una manifestación pacifista, pienso que por esas calles mejor no pasar. Son los que acaban rompiendo los escaparates. Creo que habría que hacer otro testamento vital pacifista: "Que conste ante notario que: en caso de guerra, no quiero que me defiendan, ni a mi familia; en caso de catástrofe natural, que no venga el ejército a rescatarme; si me pierdo en el monte, no quiero que manden a los especialistas militares a buscarme; si tengo un accidente de tráfico, que no me socorra la guardia civil, que es militar..."
Es cierto que, especialmente en algunos países, la policía se corrompe, porque son personas, y cuando se da tanto poder a alguien es posible que intente abusar de él. Sin embargo, nunca se puede juzgar a todo un colectivo por lo que hagan unas cuantas personas, sobretodo cuando en nuestro país la norma es que las fuerzas de seguridad hagan su trabajo correctamente. No hay que olvidar que son ellos los que se juegan sus vidas cada día por nosotros. Cuando alguna vez hay una manifestación en contra de la guerra en general (no de una determinada), yo me pregunto: ¿es que piensan que hay alguien a favor de las guerras?. Yo, es que me gustan las guerras... Por supuesto que a nadie le agradan, porque en ellas todo el mundo sale perdiendo. Todos somos amantes de la paz, igual que todos estamos en contra del hambre en el mundo.
Todos somos también ecologístas. Yo la primera. No conozco a mucha gente a quien le gusten absolutamente todos los seres vivos, como es mi caso. Sin embargo, nunca utilizaría la ecología como excusa para atacar a otras personas o evitar el desarrollo de medio mundo. Muchos ecologistas son de los que luego visten zapatillas de marca fabricadas en países donde no se respetan los derechos humanos y mucho menos el medioambiente. Así que, antes de colocarse etiquetas que quedan muy bien ante la galería: pacifista, ecologísta... hay que pensar seriamente en lo que implican. En este país se supone que corresponden a una ideología de izquierdas, cosa que tampoco es cierta. Se puede ser pacifista y aplaudir al ejército, que está ahí para protegernos. Se puede ser ecologista sin necesidad de ir en contra de nadie; porque a veces los gestos que más cuentan son los que hacemos en privado.