Me refiero a los celos. Una de las emociones más fuertes y destructivas que existen. Sin embargo, en la pareja creo que son necesarios. Celar a alguien es darle a entender que le valoras y aprecias su voluntad de seguir contigo a pesar de las tentaciones que puedan surgir. Siempre que no se convierta en algo obsesivo o violento, creo que no es ningún problema. Pero yo quería hablar de los celos en la familia. Como conozco bien el tema, desde que mis hijos eran pequeños he tenido mucho cuidado en intentar reprimir esa clase de sentimientos. Es inevitable que cada uno de ellos se sienta mal cuando dedico mi atención a otro, pero les he explicado muchas veces que atiendo a cada cual según sus necesidades, y procuro dedicarle un tiempo en exclusiva a los tres. Es más fácil para mí, ya que no trabajo y tengo más horas libres.
Si hubiera trabajado hasta tarde, nunca se me hubiera ocurrido tener tres hijos. Los niños necesitan mucha atención cuando son pequeños, y cuando crecen tampoco se les puede descuidar. Ahora procuro hablar con cada uno un rato, aunque tenga que perseguirles para ello, porque son adolescentes y, sobretodo el chico, no tiene ninguna gana de charlar con su madre. Dicen que soy una pesada, pero no les hago caso. He visto familias donde los celos han conseguido destruir completamente la relación fraternal y a pesar de los años nunca han podido alcanzar el nivel de confianza y cariño incondicional que debería regir a una familia. Me temo que en estos casos la culpa viene a ser de los padres, porque una cosa es comprender que tengan celos y otra desprecuparse de las consecuencias.
Mis vecinos de arriba, con tres hijas son un ejemplo muy claro de cómo el monstruo de ojos verdes pueden acabar con la convivencia diaria. Se lo avisé a mi vecina, pero no me hizo caso. Aún así es una batalla que se libra cada día y nunca se puede bajar la guardia. Los celos son algo natural, pero hay que mantenerlos bajo control toda la vida. La mayoría de los conflictos personales tienen su base en un tema de celos. El padre o la madre que hacía más caso a uno de los hijos porque era más familiar, mientras el otro hijo, más independiente, se sentía excluído. La contraposición de sentimientos de amor y rabia hacia la misma persona es algo difícil de manejar sin ayuda. A veces pienso que debería haber un psicólogo por familia, pero uno que sepa hacer realmente su trabajo.