Me importa el tema del Sida, naturalmente, pero la verdad es que no es mi principal preocupación. Un millón de personas han sido abortadas en España desde que salió la ley, tantos como murieron en la Guerra Civil. El aborto no es una cuestión religiosa, ni siquiera política. Gente de todas las culturas, religiones e ideologías, y también agnósticos, se oponen, por defender la vida, desde el momento de la concepción hasta la muerte natural.
"Un millar de intelectuales y reconocidos profesionales de los más diversos campos de la sociedad civil –biólogos, juristas, psiquiatras, pediatras, ginecólogos, filósofos, doctores, catedráticos y profesores universitarios- han suscrito el llamado “Manifiesto de Madrid”. Y en el acto de presentación algunos de sus firmantes dijeron verdades que conviene que los ciudadanos reflexionen sobre ellas. He aquí algunas de ellas.· “El embrión unicelular, en estado de cigoto, es vida humana y es un individuo de la especie humana. Por tanto, es objeto de los mismos derechos que cualquier otro individuo de la especie humana. Por eso entrar en una terminología de plazos no es aceptable, porque uno no pertenece más o menos a la especie humana según el número de células que tenga o según los kilos que pese” (Mónica López Barahona, biomédica y consultora en el área de Biotécnica de Naciones Unidas”).
“Cada vez la biología y la ciencia tienen más claro que la vida comienza con la vida… (ha criticado duramente que la aniquilación se llame de otra manera) suave interrupción voluntaria del embarazo cuando es una forma irreversible de matar una vida”.
Y en el Manifiesto de Madrid –y no son unos cualquiera quienes lo firman, sino expertos científicos de reconocido prestigio nacional e internacional- se afirma, entre otras cosas, las siguientes:
“Existe sobrada evidencia científica de que la vida empieza en el momento de la fecundación.
El embrión y el feto son las primeras fases del desarrollo de un nuevo ser humano y en el claustro materno no forman parte de la sustantividad ni de ningún órgano de la madre, aunque dependa de ésta para su propio desarrollo.
Un aborto no es sólo la interrupción voluntaria del embarazo, sino un acto simple y cruel de interrupción de una vida humana.
Es preciso que la mujer a quien se proponga abortar adopte libremente su decisión, tras un conocimiento informado y preciso del procedimiento y las consecuencias.
El aborto es un drama con dos víctimas: una muere y la otra sobrevive y sufre a diario las consecuencias de una decisión dramática e irreparable.
Lejos de suponer la conquista de un derecho para la mujer, una Ley del aborto sin limitaciones fijaría a la mujer como la única responsable de un acto violento contra la vida de su propio hijo. "