domingo, 23 de agosto de 2015

La verdad sobre la situación de Cuba y Obama

Hace casi treinta años que leí la primera edición de «Contra toda esperanza», el escalofriante alegato que publicó Armando Valladares contra el régimen de Fidel Castro por el simple procedimiento de relatar sus veintidós años en las ergástulas de ese régimen. Aquella descripción de podredumbre humana y de capacidad de resistir frente al mal me impactó tan profundamente que recuerdo una noche de aquel agosto de 1986 en la Plaza Porticada de Santander. Joven reportero en los albores de mi vida profesional observaba a mis colegas intentando descubrir entre el público alguna cara conocida a la que retratar. Al fin un veterano periodista exclamó: «¡Está Valladares!». Recuerdo la emoción que sentí ante la posibilidad de poder ver al héroe cuyo escalofriante relato acababa de leer. Fue una emoción efímera, claro. «Mi» Valladares no hubiera provocado un interés comparable con el que suscitaba el Valladares que estaba ese día allí: el actor Paco Valladares.

Armando Valladares fue liberado de las cárceles cubanas por la presión de Ronald Reagan y después de ser nacionalizado norteamericano, fue embajador de Estados Unidos en la Comisión de Derechos Humanos en la ONU en Ginebra. El pasado jueves Valladares reapareció en la escena política norteamericana con un demoledor artículo publicado en «The Wall Street Journal.» (Dos millones de ejemplares vendidos cada día). El título lo dice casi todo: «Obama’s New Cuban Partners, My Old Jailers» (Los nuevos socios cubanos de Obama son mis antiguos carceleros). El texto pone de manifiesto mejor que ningún otro cómo la Administración Obama ha rendido lo que ese país ha representado a lo largo de la Historia frente a los totalitarismos de toda jaez. «Es una tragedia que nuestro secretario de Estado estuviera en Cuba el 14 de agosto y no fuera capaz de hacer la más simple petición para el pueblo de Cuba: la de libertad de expresión y de religión (...) La apertura de la embajada norteamericana fue poco más que una fanfarria con la que aplacar a periodistas y acomodaticios diplomáticos de la escena internacional. Se excluyó a los disidentes. Aunque hay muchos en las calles de Cuba, mantenerles alejados del ojo público erige otro tipo de prisión. Una prisión que contiene la verdad en una bolsa esterilizada para proteger la imagen cuidadosamente elaborada de que los hermanos Castro son razonables. 

El propósito es legitimar su dictadura que no ha celebrado elecciones en 50 años y ha sido construida sobre la sangre de prisioneros [de conciencia] (...). Durante décadas, muchos han protestado contra la política cubana de que los derechos se originan en el Estado, que son un regalo de Fidel que puede quitarte tan rápido como te los da. Estados Unidos se funda en el principio de que los derechos vienen de Dios, que preceden al Estado y no pueden ser usurpados. Si América empieza a ceder en ese principio, estará firmando su sentencia de muerte (...). Nuestro Gobierno, si pretende sostenerse sobre los principios sobre los que se fundó América, tiene la obligación de decir la verdad y exigir al Régimen de Castro los derechos que tienen los cubanos por su condición de seres humanos. No hacerlo es decir, sin decirlo, “Estamos con Fidel”».
Se puede decir más alto, pero no más claro. Y lo dice no alguien que está ya disfrutando de su retiro, lo dice quien se pasó veintidós años en las peores prisiones de América por decir estas mismas verdades. Y que hoy es un ciudadano norteamericano con una autoridad moral difícilmente discutible a la hora de cuestionar lo que ha hecho Obama. Mas ya sabemos lo que los principios éticos y morales son para esta administración que padece Occidente: una filfa. 
 http://www.abc.es/lasfirmasdeabc/20150823/abci-maura-autoridad-moral-201508221941.html